Recientemente has sido nombrado Guardia Civil Honorario. Es una distinción muy restringida. ¿Cuál es tu relación con la Guardia Civil y cómo ha sido el proceso para el otorgamiento de esta distinción.

Efectivamente, el reconocimiento como Guardia Civil Honorífico constituye la máxima distinción civil del Benemérito Instituto, otorgada muy excepcionalmente. En la actualidad, la nómina de Guardias Civiles Honorarios está integrada por 18 personas que ostentaban este reconocimiento, que desarrollan o han desarrollado su actividad profesional en los ámbitos de la milicia, de la administración pública, de la cultura y la academia y de la empresa. Entre ellos destaca Su Majestad el Rey Felipe VI, quien recibió este distinguido reconocimiento en 2007, siendo aún Príncipe de Asturias.

La figura del Guardia Civil Honorario fue creada por una Orden General del Instituto Armado publicada el 27 de abril de 2000 con el objeto de premiar públicamente a personas con trayectorias ajenas al Cuerpo “por méritos extraordinarios contraídos por la realización de servicios, trabajos o estudios directamente vinculados con la Guardia Civil, así como por una trayectoria de dedicación y colaboración intachables con la Institución».

En mi caso, recibí el nombramiento mediante resolución de la Dirección General de la Guardia Civil, de 8 de octubre de 2024, previa aprobación por el Consejo Superior de la Guardia Civil, y posterior publicación en el Boletín Oficial de la Guardia Civil, con fecha 15 de octubre de 2024, en “atención a los méritos extraordinarios y circunstancias que concurren en el interesado”. Y el pasado día 5 de diciembre recibí las credenciales de este nombramiento de manos de la Directora General, Mercedes González Fernández, en un acto privado celebrado en la Dirección General de la Guardia Civil, en presencia del Director Adjunto Operativo y del resto de la plana mayor de la Institución.

Para mí, recibir este reconocimiento ha sido un motivo de enorme satisfacción, desde mi condición de hijo del Cuerpo, miembro de la Orden del Mérito de la Guardia Civil en su categoría de Cruz de Plata, y primer y único, hasta el momento, profesor honorífico de la historia de esta Institución. Mi colaboración con el Benemérito Instituto viene de muy atrás, asesorando a unidades de Policía Judicial, durante varias décadas, en calidad de experto en materia de drogas y estupefacientes, impartiendo conferencias en todos los centros de enseñanza de la Guardia Civil (Aranjuez, Baeza, El Escorial o Valdemoro), potenciando la cultura policial y de seguridad en el ámbito universitario, dirigiendo y coordinando cursos universitarios específicos sobre aspectos criminológicos destinados básicamente a miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, o formando parte del Consejo de Redacción de la Revista Logos de la Guardia Civil.

En cualquier caso, la Guardia Civil siempre ha formado parte de mi familia. Mis primeros 17 años de vida transcurrieron en un cuartel de la Guardia Civil y los valores observados y adquiridos en este entorno, incluidos los referentes al esfuerzo, sacrificio y resiliencia, sin duda han marcado gran parte de mi desarrollo vital y profesional.

 

¿Qué papel juega la Guardia Civil en nuestra sociedad actual?

Hace un par de años publiqué un artículo, analizando los valores que justifican el enorme aprecio por parte la ciudadanía hacia la Guardia Civil, que siempre la sitúa como una de las Instituciones más valorada del país, y las respuestas creo que son múltiples: una historia de 180 años ininterrumpidos de servicio público, defendiendo siempre la legalidad establecida; su proximidad a los ciudadanos; sus altos índices de eficacia policial, que la sitúan entre los cuerpos más resolutivos del mundo; e, incluso, su carácter militar, con valores asociados de abnegación, obediencia y lealtad. Y, cómo no, su capacidad de sacrificio, que se ha puesto de manifiesto en cerca de 6.000 guardias civiles que han fallecido en acto de servicio desde la creación del Instituto Armado hasta nuestros días.

Los hombres y mujeres componen el Instituto Armado han velado constantemente por garantizar la protección de los ciudadanos frente a los actos delictivos, asegurar el cumplimiento de las leyes, defender el libre ejercicio de los derechos y las libertades y preservar la seguridad ciudadana. Como médico, siempre me ha llamado la atención el artículo 6 de la famosa Cartilla del Guardia Civil: “será siempre un pronóstico feliz para el afligido”.

Pero lo verdaderamente asombroso es que estos valores no se han quedado anclados en el desarrollo de un proyecto del siglo XIX, sino que se han perpetuado con el paso del tiempo y hoy en día se mantienen totalmente pujantes e íntegros entre los miembros del Benemérito Instituto. De hecho, estos valores son los que conforman el caldo del que se nutre el actual aprecio ciudadano: honor, valor, lealtad, honradez, abnegación, constancia, heroísmo, sacrificio, defensa de la paz, protección del desvalido. Y, además, al más puro estilo de los versos de Calderón: “tratando de ser lo más, y de aparentar lo menos”.

En mi opinión, todos estos valores se han ido acrisolando a lo largo de los últimos 180 años, creciendo en la conciencia colectiva del pueblo español, para considerar a la Guardia Civil como su institución más valorada.

 

En tu condición de presidente de los Premios Catalejo, ¿qué valoración haces de que una de las candidaturas para ser premiada en 2025 sea la Comandancia de la Guardia Civil de Tarragona por la organización de unas jornadas sobre delitos de odio?

La Comandancia de la Guardia Civil de Tarragona ha venido organizando durante los tres últimos años unas Jornadas sobre delitos de odio que ya se han consolidado plenamente y adquirido una enorme reputación. En las dos últimas ediciones, nuestro Observatorio ha sido invitado a las mismas y algunos de sus miembros, incluido el Presidente, han intervenido en ellas. Estas Jornadas han ido adquiriendo cada vez mayor relevancia y atraen a más de un centenar de asistentes entre miembros de la Guardia Civil, Policía Nacional, Mossos d’Esquadra, Policía Local y representantes de la Judicatura y de otras instituciones, en las que se han ido debatiendo diversos aspectos relacionados con los delitos de odio, su prevención y su alcance, tanto desde la perspectiva policial y judicial, como social, poniendo especial atención en las víctimas de dichos delitos.

En base al esfuerzo realizado por la Comandancia de la Guardia Civil de Tarragona en la consolidación de estas jornadas sobre delitos de odio y promoción y defensa de los Derechos Humanos, nuestro Observatorio ha propuesto la candidatura de dicha Comandancia a los Premios Catalejo 2025, para premiar esta nueva aproximación del Benemérito Instituto a la ciudadanía en temas tan graves y sensibles como la vulneración de estos derechos fundamentales.

 

En tu doble condición de vicerrector de la Universidad Camilo José Cela y miembro fundador de nuestro Observatorio, fuiste el que abrió el camino de nuestra entidad con la celebración de la primera edición de los Premios Catalejo cuando salíamos de la etapa COVID. ¿Cómo ves la evolución de nuestro Observatorio?

Efectivamente, en 2022 tuvo lugar la primera edición de los Premios Catalejo del Observatorio de Derechos Humanos de España, que fueron entregados en la sede de la Universidad Camilo José Cela de Madrid. En ese momento se premiaron tres iniciativas: la empresa Clece, por su proyecto “Modelo de inserción laboral de víctimas de la violencia de género”; LaLiga, por su proyecto de LaLiga Genuine; y un premio a título personal a Jordi Cervera Martínez, nadador de largas distancias, por su compromiso deportivo y personal con causas solidarias.

En los dos años posteriores, los Premios Catalejo se han ido consolidando, siempre dentro de su espíritu fundacional, esto es, identificando y poniendo en valor acciones, proyectos, iniciativas o trayectorias que son un referente en favor de los Derechos Humanos para ser replicadas por terceros, especialmente aquellos que apoyan a colectivos vulnerables o con mayor dificultad de vertebración. El Jurado de los Premios que tengo el honor de presidir no pretende premiar el heroísmo (eso ya lo hacen otras instituciones), sino reconocer “los pequeños pasos”, la constancia y el compromiso personal con los Derechos Humanos.

De esta forma, en la segunda edición de los Premios Catalejo, que fueron entregados en la sede de la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid, se reconocieron seis iniciativas o instituciones: Mutitaa, Fundación Cris contra el cáncer, Sabias de Kakuma de la Fundación de la Universidad Camilo José Cela, la Liga Española de Debate Universitario para jóvenes con discapacidad intelectual, el Club Natación Barcelona, por waterpolo ability, y la Red Cátedra Iberoamericana de Educación para los Derechos Humanos. Finalmente, en la tercera edición, celebrada en el Museo Thyssen de Málaga, en 2024, los premios ascendieron a ocho, en sus diferentes categorías: las empresas Cymatic, Bodegas Clos Galena, Acciona y Cooperativa Gredos San Diego, la Academia de la Diplomacia del Reino de España, la Diputación de Málaga, Junior Female Leaders, y la vicepresidenta de el diario El Español, Cruz Sánchez de Lara. Todo ello da idea de que esta iniciativa era precisa y, yo diría, que cada vez más necesaria.

 

En tu faceta académica, eres autor incansable de numerosos artículos y estudios, pero nos llaman especialmente la atención dos de tus temas predilectos: Ramón y Cajal y la aproximación histórica a la farmacología. ¿Tienes algún proyecto para 2025 sobre estos dos temas?

Mis principales líneas de investigación se han centrado en el ámbito de las neurociencias: las bases neurobiológicas de las drogodependencias y de la patología dual, las interacciones medicamentosas de los psicofármacos, la neurobiología de la agresividad, las técnicas bibliométricas aplicadas a las disciplinas neuropsiquiátricas, los tratamientos de combinación en pacientes con trastornos depresivos y psicóticos, el desarrollo de nuevas moléculas para enfermedades neurodegenerativas, y, fundamentalmente, la historia de la psicofarmacología y las neurociencias. En relación con este último tópico, he generado una amplia producción científica relacionada con los abusos psicofarmacológicos cometidos durante el III Reich, la interpretación histórica de los asientos anatómicos del alma humana, el empleo de agentes psicotrópicos en los textos literarios cervantinos y de otros autores del Siglo de Oro, así como diferentes aspectos de la vida y obra del mayor neurocientífico de la historia, nuestro Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal.

En el marco de todas estas líneas, he participado en 52 proyectos de investigación financiados, incluyendo FIS, PNSD, CSD o ERASMUS. Y fruto de ello, hasta el momento, además de mis 31 libros/tratados, he publicado 241 capítulos de libros relacionados con la psicofarmacología y otros campos de la farmacología y la neurociencia (54 de ellos en ediciones internacionales), 236 publicaciones científicas en revistas internacionales y 282 en revistas del ámbito español e hispanoamericano. De ellas, 194 poseen factor impacto JCR-ISI y 53 se sitúan en el primer cuartil (Q1) de su sección. Todo ello, me hace poseer un índice H de 47 y un factor de impacto total de 526,297.

Entre todo ello, posiblemente mis trabajos sobre la historia de los psicofármacos constituyan la línea de investigación más reconocida a nivel internacional. De hecho, podría decir que mi obra más relevante hasta el momento es la “Historia de psicofarmacología”. Estamos hablando de un tratado de más de 2.000 páginas, en tres volúmenes, publicado junto al profesor Cecilio Álamo, de la Universidad de Alcalá, por Editorial Médica Panamericana, S.A., en 2007. En él, y en sus quince secciones, perfectamente diferenciadas, colaboraron 154 autores de 23 países, haciendo de este tratado una obra de carácter diferencial y única en cualquier idioma. Prueba de ello, fue la edición actualizada, en inglés (“History of Psychopharmacology”), en la que también colaboró como editor el profesor Edward F. Domino, de la Universidad de Michigan, publicada, en cuatro volúmenes, por NPP Books (Arlington), en 2014.

Por otro lado, cuando daba mis primeros pasos en el mundo de la investigación científica, hace ya casi 36 años, precisamente en el Departamento de Histología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, en el que me doctoré en Medicina y Cirugía en 1993, comencé a interesarme por diferentes aspectos de la vida y obra de Santiago Ramón y Cajal, cuya figura iba emergiendo en mi interior como una atracción irresistible que debía estudiar en profundidad. Posteriormente, mi interés por la historia, en general, y la historia de la neurociencia, en particular, así lo confirmaría, pues la obra cajaliana ha constituido una de mis líneas más fecundas de investigación, con 22 artículos científicos y 23 conferencias. Precisamente, mi discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Manchegos, la institución cultural más importante de mi tierra, Ciudad Real, en 2018, versó sobre “Cervantes en la mirada de Ramón y Cajal: una interpretación de la ciencia (y de la sociedad) desde el universo literario”, e igualmente elegí a Cajal con motivo de mi ingreso en la Real Academia de Medicina del País Vasco – Euskal Herriko Medikuntzaren Errege Akademia-, en 2023, con un discurso titulado “Cajal y las teorías de la senectud”. La figura de Cajal ha sido el motivo de diferentes ponencias en centros tan relevantes como el Ateneo de Madrid, el Real Casino de Madrid, la Fundación Ortega-Marañón, la Real Academia de Doctores de España, la Academia Nacional de Medicina de Costa Rica o la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, donde impartí la Conferencia del Día de la Academia 2024. Para mí también fue muy ilusionante poder ejercer de comisario de la Exposición “Ramón y Cajal, Ciencia y Arte”, en 2022, organizada por la Universidad Camilo José Cela y el Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

 

¿Y en el ámbito de los Derechos Humanos, hacia donde se ha enfocado tu actividad?

Curiosamente, mi interés por este tema surgió al albur del azar, también de mis trabajos en el área de la historia de la psicofarmacología. Cuando estaba finalizando el proceso editorial de la obra que comenté previamente, “Historia de la Psicofarmacología”, me falló a última hora el responsable de entregar el capítulo titulado “Ética en la investigación psiquiátrica y su relación con los psicofármacos: del Código de Nüremberg a la Declaración de Madrid”. Ello me llevó a ocuparme personalmente de este capítulo y a documentarme de forma intensiva sobre el particular, dándome de bruces con los abusos cometidos por las autoridades y médicos de la Alemania nazi en el ámbito de la investigación biomédica, en general, y de la psicofarmacológica, en particular. Este tema me llamó tanto la atención, que me dediqué varios años a investigarlo, consultando los archivos de varios campos de exterminio, y publiqué numerosos artículos científicos.

En 2009 recibí una llamada del Centro Sefarad-Israel, consorcio institucional integrado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, para constituir, junto a otros investigadores, el Grupo de Trabajo “Medicina y Holocausto”. Fruto de este trabajo son más de 35 de publicaciones, muchas de ellas en medios internacionales de gran factor impacto, libros, y más de 25 conferencias en diferentes congresos, centros universitarios e instituciones de distinta índole, incluyendo la histórica Universidad de Coimbra, que me han posicionado como uno de los mayores expertos internacionales en estos momentos sobre el empleo de psicofármacos como herramientas de abuso de poder en países dictatoriales. Ello me llevó a diplomarme en Estudios sobre el Holocausto, en la International School for Holocaust Studies de Yad Vashem (autoridad israelí para el Recuerdo de los Mártires y Héroes del Holocausto), en Jerusalén, en 2016, y ser reconocido ese mismo año como “Champion” por el Center for Medicine after the Holocaust (CMATH), con sede en Houston (Texas, USA), centro auspiciado por The Claims Conference, The Saul Kagan Fellowship in Advances Shoah Studies, y la International Holocaust Remebrance Alliance, con la misión de defender la ética de la investigación y de la práctica médica y prevenir la repetición de los errores cometidos por los profesionales y autoridades sanitarias durante el periodo histórico del Tercer Reich. Este reconocimiento está destinado a aquellos profesores universitarios de diferentes países que han destacado en el estudio, la enseñanza o la investigación de la medicina durante el periodo nazi.

Mi obra más relevante sobre esta materia es, sin duda, el libro, único en el panorama editorial español, “Cuando la Medicina no cura. La participación del personal sanitario en torturas, genocidios y experimentos al margen de los códigos éticos”, editado en colaboración con la Dra. Esther Cuerda Galindo, actualmente en la Heinrich Heine University Düsseldorf (Alemania) y publicado en 2016 por Delta Publicaciones, en el marco de la Colección “Humanidades Médicas: Cultura, Arte, Ciencia y Salud”, de cuyo Consejo Editorial Internacional soy director. La segunda edición, ampliada, de este libro, se publicó en 2020. En esta obra, en la que participaron 18 coautores de 5 países (España, Alemania, Francia, Israel y Chile), se analizó la desviación por parte de algunos profesionales sanitarios de la correcta praxis médica recogida en el Juramento de Hipócrates, y se trató de ofrecer a los lectores una visión más completa del papel jugado por algunos profesionales sanitarios en “torturas, genocidios y experimentos al margen de los códigos éticos” durante el pasado siglo XX y estos primeros años del nuevo milenio.

Y un par de años antes, participé en un proyecto de investigación realizado en colaboración con los Departamentos de Cirugía, Biología Celular y Anatomía de la University of Miami Miller School of Medicine, y la Fiscalía de Arlington. Los resultados de este estudio fueron publicados en una de las revistas de medicina con mayor factor de impacto del mundo (PLoS Medicine) (“Lethal Injection for Execution: Chemical Asphyxiation?”, Zimmers TA, Sheldon J, Lubarsky DA, López-Muñoz F, Waterman L, Weisman R, Koniaris LG. PLoS Medicine, 2007;4:646-653), y tuvo una gran repercusión en los medios de masas internacionales durante 2007. Este trabajo fue el primero de esta naturaleza en el que se cuestionó el efecto de los protocolos de aplicación de la inyección letal como alternativa más humana en los procedimientos de ejecución en EE.UU. Los resultados de este estudio pusieron de manifiesto que los protocolos sobre inyección letal no causan un efecto mortal mediante los mecanismos pretendidos, lo que indica un fallo de su diseño e implementación y podríamos encontrarnos frente al fallecimiento de los reclusos por asfixia inducida por pancuronio. De esta forma, se confirmó que la inyección letal no constituye, en modo alguno, un método de ejecución indoloro y pacífico. Gracias a este trabajo se consiguió una moratoria en la aplicación de la ejecución por inyección letal en 11 estados de EE.UU., destacando Florida.

Todas esta labor investigadora, unida a una creciente actividad de promoción y defensa de los Derechos Humanos, han fructificado en distintos logros posteriores, como la invitación, en 2019, por el Ministerio de Justicia de la República Francesa, como representante de la sociedad civil española, en la Conferencia final del Proyecto Europeo Preventing Racism and Intolerance, celebrada en la sede del Palais de Justice de París por la Delegación Interministerial Francesa para combatir el racismo, el antisemitismo y la homofobia (DILCRAH); la codirección, en 2020, del Seminario Internacional “Europa frente a los Genocidios 1915-2015”, celebrado en Madrid, en la Universidad Camilo José Cela, y en el que intervinieron 40 destacadas personalidades europeas del mundo de la academia, la cultura, la judicatura, la política, el periodismo y la diplomacia, además de sobrevivientes de estos dramas, que abordaron desde diferentes prismas toda esta problemática; mi integración en la Red Iberoamericana de Universidades comprometidas con la Educación en Derechos Humanos y Ciudadanía Inclusiva, promovida por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en 2021; mi incorporación en 2022 como miembro fundacional de este Observatorio de Derechos Humanos de España (ODHE); la participación en el World Peace Forum Barcelona 2023, organizado por la Fundación Fomento Europeo y Schengen Peace Foundation, con una intervención sobre los retos y desafíos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el 75 aniversario de su promulgación; o el nombramiento, en 2023 como miembro de Honor de la Ghandi – Mandela Foundation. Más recientemente, he sido galardonado con el Reconocimiento Especial a la Iniciativa Social de Castilla – La Mancha por mi trayectoria académica y de investigación en el ámbito de los Derechos Humanos, siendo entregado el galardón por el Presidente del Gobierno de Castilla – La Mancha en Herencia (Ciudad Real), el 31 de enero de 2024.

 

La Universidad Camilo José Cela se ha convertido en una universidad de referencia en España e internacionalmente. ¿Qué importancia le dais a los Derechos Humanos en vuestra Universidad?

La Universidad Camilo José Cela, en la que he ocupado, entre otras posiciones, el puesto de director de la Escuela Internacional de Doctorado desde 2012, presidente del Comité de Ética de la Investigación desde 2016 y vicerrector de Investigación y Ciencia desde 2019, ha experimentado un enorme crecimiento en los últimos años, a pesar de su corta “edad”, pues en 2025 celebramos el 25 aniversario de su fundación. La universidad, en palabras recientes de nuestro Rector, “promueve una educación integral que fomenta el desarrollo intelectual y ético, impulsando el equilibrio entre el avance científico y los valores humanos”. Además, entre los pilares sobre los que se ha construido, la promoción y difusión de los Derechos Humanos constituyen un eje fundamental. En la actualidad existen numerosos proyectos vinculados a estas actividades específicas, entre los que me gustaría resaltar tres de ellos:

  1. a) Campus de Paz, un proyecto pionero dedicado al desarrollo emocional de niños, jóvenes y familias afectadas por el terrorismo, que surgió de una iniciativa conjunta entre la Universidad Camilo José Cela y la Fundación Víctimas del Terrorismo. El objetivo de este proyecto ha sido apoyar a estas familias para que, desde un enfoque de inteligencia emocional, puedan ser capaces de reajustar y recomponer el desconcierto de sus vidas, dando sentido a su propia existencia, asumiendo la situación de las personas lesionadas o la ausencia de los seres queridos.
  2. b) También formamos parte de la Red Iberoamericana de Universidades comprometidas con la Educación en Derechos Humanos y Ciudadanía Inclusiva. Esta iniciativa partió de la reunión de 28 Rectores y/o sus vicerrectores, el 18 de junio de 2021, que firmaron la constitución de una red que luchara por hacer de las Universidades organizaciones educativas activas y comprometidas con la prevención, defensa y lucha de los Derechos Humanos a través de la Educación, la Ciudadanía Inclusiva y el Desarrollo Sostenible (Agenda 2030), teniendo en cuenta el potencial de su profesorado experto y del alumnado y su impacto futuro en la sociedad. La Universidad Camilo José Cela se incorporó desde el primer momento en este proyecto, coordinado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, en colaboración, en un principio, con la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Esta Red surgió con el objetivo de crear una plataforma para la cooperación entre las instituciones universitarias que pudieran hacer de la educación un instrumento de equidad, justicia y cambio social, teniendo como referencia y marco la prevención, la defensa y la lucha por los Derechos Humanos y la Ciudadanía Inclusiva y el Desarrollo Sostenible en Iberoamérica.
  3. c) Otro ejemplo paradigmático sería el ya comentado proyecto «Sabias de Kakuma» de la Fundación de la Universidad Camilo José Cela, que fue reconocido con uno de los Premios Catalejo de este Observatorio en su segunda edición. Esta iniciativa unió a la Fundación Universidad Camilo José Cela y a la Fundación Mujeres por África para cooperar en la formación de profesoras africanas en situación de refugiadas. Estas mujeres, que se encuentran en el campo de refugiados de Kakuma, en Kenia, pueden reforzar su formación en docencia con un programa de becas impulsado por ambas instituciones y con el apoyo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de España y Kenia. En Kakuma viven más de 162.000 personas de ocho nacionalidades diferentes, como sursudaneses, somalíes, congoleños o ruandeses. Entre ellos, se encuentran cerca de 14.000 menores de edad solos o con parientes, pero sin progenitores. Los refugiados que habitan en el recinto cuentan con hospitales y 21 escuelas de primaria y 5 de secundaria con tasas del 96% de éxito académico, las más altas del condado keniano. El desafío actual en Kakuma es aumentar la tasa de matriculación en la educación secundaria, que ahora está solo en el 2%, por lo que la formación de las profesoras seleccionadas impulsaría la calidad formativa de los menores refugiados y la apertura de oportunidades para las receptoras de las becas. El acuerdo entre ambas fundaciones ha permitido que anualmente formadoras refugiadas disfruten de becas completas para desarrollar sus habilidades pedagógicas y adquieran capacitación en innovación educativa a través de un programa de formación reglada ad hoc de tres meses impartido por la Universidad. Además de la formación académica y profesional, las candidatas cuentan con programas de apoyo e integración, con soporte económico para traslados, alojamiento y manutención durante su estancia en España y con un plan de seguimiento y valoración psicosocial y emocional, dada la naturaleza de su condición como refugiadas.

Estos tres ejemplos ilustran la enorme importancia que concede la Universidad Camilo José Cela a la defensa y promoción de los Derechos Humanos.

 

A nivel académico y personal, ¿qué metas te propones para 2025?

Básicamente, dentro de mi actividad académica, como catedrático de Farmacología, continuar consolidando mis líneas de trabajo e investigación y manteniéndolas plenamente operativas, a pesar de las arduas labores de gestión desarrolladas como vicerrector de Investigación y Ciencia y miembro del Consejo Rector de la Institución, que merman el tiempo de dedicación a la fogosa actividad investigadora.

Particularmente, el componente humanístico de la medicina me interesa mucho y llevo muchos años explorando diversas relaciones entre la medicina, la literatura y la historia. Algo que no es novedoso, pues esta tradición humanística de la medicina española viene de muy lejos y ha estado muy consolidada, aunque creo que se está perdiendo, en parte por la gran tecnificación en el ejercicio de la misma que ha tomado la deriva de la Ciencia, olvidando la vertiente del Arte, la ars medica que nos enseñaban en la Facultad, y que sigue vigente, por ejemplo, en la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas (ASEMEYA), a la que pertenezco.

En esta línea, me doctoré en Lengua Española y Literatura, en la Universidad de Alcalá, en 2015, 22 años después de mi doctorado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense, con una Tesis Doctoral titulada “Las sustancias psicotrópicas en los textos cervantinos: Tras el rastro del Dioscórides de Andrés Laguna”, que posteriormente recibiría varios premios, como el nacional de Humanidades de la Real Academia de Doctores de España o el de mejor tesis doctoral en la sección de Filosofía y Letras de la Sociedad de Condueños de la Universidad de Alcalá, ambos en 2016. El estudio de la obra cervantina desde la vertiente médica, en concreto desde la óptica terapéutica, mi especialidad, ha cuajado, hasta el momento, en más de 30 publicaciones y más de 35 conferencias y discursos de ingreso de diferentes Academias, como la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz, en 2016, la Real Academia de Medicina y Cirugía de Andalucía Oriental, en 2019, la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla, en 2023, la Academia de Farmacia de la Comunidad Valenciana, en 2019, y las Academias Nacionales de Medicina de Colombia y Paraguay, ambas en 2018. Esta línea de trabajo también fue galardonada con diferentes premios, como el Premio in memoriam Profesor Orozco Acuaviva 2015 de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Cádiz y el Premio Real e Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Sevilla 2016 de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla. Finalmente, resaltar la entrañable invitación a impartir la conferencia del Día de la Patrona de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Alcalá, el 13 de diciembre de 2019, que titulé “La botica cervantina: A propósito de los agentes psicotrópicos en la obra literaria del Príncipe de las Letras”.

Esta línea de investigación me ha llevado a publicar numerosos artículos científicos, en los que he analizado la terapéutica farmacológica en la España del Siglo de Oro y en la obra de Cervantes y otros autores áureos, en diferentes escenas: desde los remedios terapéuticos, fundamentalmente para el tratamiento de los dementes, locos y enajenados (sedantes, como el opio, evacuantes, como el eléboro, tónicos, irritantes), personajes muy frecuentes en la literatura cervantina, a los agentes tóxicos y venenosos, fundamentalmente alucinógenos y narcóticos, en el ámbito de la práctica de la brujería y hechicería (filtros de amor, pócimas venenosas), pasando por los compuestos alexifármacos (cuerno de unicornio, piedras bezoares, castóreo) y las sustancias de abuso (ungüentos de brujas). En todos estos artículos he defendido la hipótesis de que Cervantes se vio muy influido por la “Materia Médica de Dioscórides”, del médico segoviano judeoconverso Andrés Laguna, para documentarse en materia farmacoterapéutica.

Esta doble faceta doctoral mía se ha visto recompensada con mi elección como miembro de distintas corporaciones científicas, como académico de número de la Real Academia Europea de Doctores, académico correspondiente de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, miembro de la Academia Europea de las Ciencias y las Artes de Salzburgo (European Academy of Sciences and Arts – Academia Scientiarum et Artium Europaea), miembro vitalicio de la Academia Mundial de Artes y Cultura (World Academy of Arts and Culture), adscrita a la UNESCO, o miembro de la Cervantes Society of America (CSA).

Aunque he escrito mucho sobre literatura, desde la vertiente, habitualmente, de la medicina, nunca, hasta este momento, he escrito literatura per se. Esto es algo que siempre me ha tentado, me ilusiona y no descarto, y espero que cuando las ocupaciones profesionales ya no sean tan intensas, pueda hacerlo.

Pero en este ámbito de las humanidades médicas existen incontables temas que me atraen mucho. Y la curiosidad me inspira para conocer historias que no han sido suficientemente bien abordadas y aún menos bien divulgadas. A modo de ejemplo, hace 4 años publique mi libro “La Barca de Caronte. El largo viaje histórico del alma humana a través del pensamiento, la ciencia y la medicina”, posiblemente la obra más densa, desde la vertiente filosófica, de toda mi producción científica. A lo largo de sus más de 500 páginas, se revisa un problema tan antiguo como la Humanidad misma: el conocimiento que el ser humano tiene del alma, la mente, la conciencia, o como se la quiera denominar, desde los clásicos abordajes religiosos y filosóficos a los más novedosos enfoques científicos aportados por las neurociencias del siglo XXI; ¿qué es realmente el alma?, ¿dónde se ubica físicamente?, y hasta, ¿cuánto pesa?. Sin embargo, como se trata de mostrar en esta obra, nos encontramos frente a una cuestión muy compleja, inconclusa y que posiblemente nunca pueda ser clausurada, dado el enorme abanico de problemas morales, éticos, metafísicos y científicos que su mero enunciado suscita. En cualquier caso, con este asunto, el ser humano se juega mucho más de lo que podría suponer un lúcido debate intelectual, pues los límites por donde pasea el alma humana entroncan no sólo con los territorios de nuestra salud física y psíquica, o nuestra condición sociocultural e histórica, sino también con nuestro propio destino como especie. Y este es precisamente el debate real que se planteó en este texto.

Estas temáticas me llevaron a proponer, crear y dirigir, en 2016, la Colección “Humanidades Médicas” de Delta Publicaciones. En sus 8 años de vida han visto la luz en esta Colección 14 obras. Y continuamos con la labor… Precisamente, el tema de la divulgación científica era absolutamente desconocido para mí. Se trata de un estilo comunicativo completamente diferente al de la literatura científica pura. Pero tras la entrada en nuestro país de la gran plataforma digital independiente internacional The Conversation y su invitación a incorporarme a su Consejo Asesor en 2020, he realizado una amplia labor de divulgación científica, en estos últimos 5 años, con más de 80 artículos publicados en los principales medios nacionales y latinoamericanos, que han sido leídos, hasta el momento, por casi 4 millones de personas. Esto da una idea del gran potencial que tiene la divulgación científica. Entre estos medios, cabe mencionar a ABC, Cadena Ser, Huffington Post, BBC, El Español, Diario.es, El Plural, Público, National Geographic España, El Periódico, todos los diarios del grupo VOCENTO, y los principales medios latinoamericanos, como La Nación (Argentina), El Universo (Ecuador), Tele13 (Chile), Player 8 (Chile), El Mostrador (Chile), Infobae (Argentina), Diario de México, El Nacional (Venezuela), El Observador (Uruguay), El Deber (Bolivia), El Universal (México), El Comercio (Perú), La Voz (Argentina), RPP Noticias (Perú), entre otros. También en este campo seguiremos batallando.